Estaba acostumbrado a despertarse en los lugares más insospechados después de una noche de desenfreno como aquella, a no recordar el nombre de sus acompañantes y a sufrir los terribles efectos de la deshidratación de su cerebro. Pero la resaca de aquel día no le permitía ni abrir los ojos.
Lo primero que pensó fue que aquel colchón era el más duro sobre el que había dormido jamás y que la brisa que le despertaba no conseguía soliviantar los terribles dolores que le azotaban todo el cuerpo. Desorientado intentó incorporarse pero las piernas no le respondían. No conseguía abrir los ojos, la boca le sabía a ginebra y pudo constatar que, lo que suponía era un colchón tenía un preocupante tacto de tierra mojada. Mojada por la sangre que le brotaba de la parte más occipital de su cabeza
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Con resacas así yo no probaba más la ginebra ya.
ResponderEliminarUn abrazo Berenjeno.
Qué borrachera.
ResponderEliminar¡Qué tengas una buena semana!
¡Nos leemos!
Saludos