El paisaje no podía ser más idóneo para relajarse: verdes y extensos campos recién sembrados, un riachuelo en el que parecen distinguirse varios bancos de peces, las montañas al fondo con los últimos restos de nieve del invierno y una pequeña casa con las paredes más blancas que había visto en su vida. En el fondo, se sabía responsable del equilibrio que se respiraba en aquel territorio, y eso le hacía sentirse orgulloso.
Por hoy ya era suficiente. Echó un último vistazo a las pequeñas ventanas de la inmaculada casa y les dio un pequeño retoque. El cielo seguía azul y sin una sola nube que ensombreciera las praderas. Sin embargo, un imprevisto e inoportuno estornudo del artista aterrizó en su obra y una fina lluvia comenzó a caer sobre el idílico paraje.
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¿A quién se le ocure estornudar y no ponerse la mano?A limpiar cristales otra vez,ja,ja,ja
ResponderEliminarBesos.
qizas el paisaje lo necesitase, igual que estornudar
ResponderEliminarun abrazo, berenjeno
Un pintor resfriado debería abstenerse.
ResponderEliminarSaludos.
Que faena después de tanto trabajo, ainsss, si una mascarilla a tiempo, ayuda lo suyo..jajaja.
ResponderEliminarBesos y susurros muy dulces
Es lo que tiene lo idílico, siempre se acaba demasiado pronto, en este caso la tormenta orquesto con su autoridad y a pesar del azul del cielo la estrategia para concluirlo, muy bueno...
ResponderEliminarabrazzzusss
Los artistas también estornudan.
ResponderEliminarNos leemos,
Buena semana!
Un beso!
Así demostró que era humano(: Todos estornudamos, a fin de cuentas.
ResponderEliminarMe encantó tu blog, te sigo, sin duda!(:
Un besazo!
Gracias por vuestros comentarios
ResponderEliminarHasta el lunes!