lunes, 8 de noviembre de 2010

La cruda realidad

por Berenjeno, el amable
Había sido un duro día: toda la noche poniendo copas a la gente más insufrible de la ciudad, aguantando sus historias y sus comentarios obscenos. Limpiando lo que ensuciaban mis inefables clientes a lo largo y ancho del bar. Para colmo, sabía que en casa sólo me esperaba la amargura de tener un marido alcohólico, una hija adolescente embarazada y un hermano drogadicto al que hemos tenido que acoger.
No podía más. Estaba claro: esa era la última cerveza que iba a poner esta noche. Hablé con mi jefe y le rogué parar por hoy, estaba agotada. Accedió a regañadientes. Pedí mi limusina y le dije al chofer que me llevara a mi mansión de Sunshine Boulevard. El rodaje de aquel día había resultado agotador.
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